Heme aquí, de vacaciones otra vez.
Ahora en casa, sin salir, pero descansando y con alguna que otra gestión guardada en el tintero y pendiente. Lo de tener alguna cosa pendiente me suele pasar y aunque agosto es un mal mes para resolver, sí que puedo sacarlas a flote para si no terminarlas, sí reactivarlas.
Este veranito está siendo raro: empezando por mis períodos de vacaciones que me hubiera gustado coger de otra forma, pero soy un poco tonta, y a todo lo que está pasando, que aunque no todo es malo, supera a lo bueno por lo menos en intensidad.
Ya sé que suena raro y que todo el mundo quiere sus vacaciones y descansar y disfrutar y desconectar, pero quizá me gustaría que terminara el verano y que "volviera la normalidad" y de verdad comience la nueva etapa que espero a partir de septiembre/octubre con mi adolescente favorito y los cambios más o menos previstos, aunque todos los cambios pasan por una actitud diferente y por ponernos todos las pilas ("todos" suena a muchos y sólo somos dos, él y yo). Este año tiene que ser un año de cambios y tienen que ser buenos. Necesitamos que sean buenos. Y no va a ser fácil porque creo que lo voy a complicar bastante, pero... tiene que ser.
Hablo de este año cuando todavía faltan cuatro meses para que el año natural acabe, pero en este caso, cuento los años académicos, de septiembre a junio, vacaciones y empezamos el siguiente.
Por cierto, aprobó el carnet de conducir, el práctico a la primera. Con tantas cosas, se me había pasado. El último viernes de julio, una fecha malísima, pero no cometió ninguna falta grave y pocas leves (lo ponía el papelito que le dieron) y aprobó. Un dineral nos cuesta el seguro para que pueda coger el coche cubierto por una póliza. Por ser joven, con poca experiencia y poca antigüedad de carnet, se duplica lo que estoy pagando. Lo paga él con su trabajo pero, prácticamente, está trabajando para pagar el seguro del coche, pero... sin seguro no.