Desde que volví de mis días de relax han pasado varias cosas en poco tiempo que han hecho que el tiempo se acelere, falte, y que haya estado de la ceca a la meca sin parar.
Sabía que venían unos días de mucho trabajo pero lo que no era trabajo no lo esperaba y menos las malas noticias, porque son malas, tristes y sin esperanza.
El día que publicaban las notas de mi adolescente favorito (malas para variar) supe lo de mi tía y el tema de las notas, iba a decir que se quedó en un segundo plano, pero no ha sido segundo, podría ser quinto, sexto o a saber. Ante estas cosas los valores y las apreciaciones de las cosas cambian.
Dos días después, mi adolescente fué a una entrevista de trabajo para el verano en un parque de ocio y ese mismo día le dijeron que se quedara a un curso. Terminó el curso el viernes de esa semana y el domingo empezó a trabajar. Tiene un horario “desastroso”, muchas horas de trabajo y tarda en llegar, pero le gusta y está contento.
El hospital, triste, muy triste. La misma zona, esas puertas que no queríamos nadie volver a traspasar, más problemas que surgieron dentro, mi padre con muchos dolores y que “no puedo conducir” y les llevo y les traigo.
Un no parar.
No puedo decir que esté estresada, estoy cansada. He tenido que poner prioridades y dejar alguna que otra cosa “pendiente”, “pospuesta” o quitarla de la lista, sobre todo de las mías, personales para variar, pero creo que es más importante “estar ahí” cuando crees que tienes que estar o te necesitan, que el hecho de ir al gimansio o irte de compras o en vez de preparar una gran comida, apañarte con lo que haya un par de días.
Mis vacaciones están pendientes de fechas, de trabajo, de los horarios de mi adolescente para dejarle alguna que otra cosa hecha, pero no hay planes, quizá, en agosto, unos días aquí y otros más o menos cerca, en algún pueblo o ciudad de amigos, pero poca cosa. Quizá hacia finales de verano… ya se verá.
Sabía que venían unos días de mucho trabajo pero lo que no era trabajo no lo esperaba y menos las malas noticias, porque son malas, tristes y sin esperanza.
El día que publicaban las notas de mi adolescente favorito (malas para variar) supe lo de mi tía y el tema de las notas, iba a decir que se quedó en un segundo plano, pero no ha sido segundo, podría ser quinto, sexto o a saber. Ante estas cosas los valores y las apreciaciones de las cosas cambian.
Dos días después, mi adolescente fué a una entrevista de trabajo para el verano en un parque de ocio y ese mismo día le dijeron que se quedara a un curso. Terminó el curso el viernes de esa semana y el domingo empezó a trabajar. Tiene un horario “desastroso”, muchas horas de trabajo y tarda en llegar, pero le gusta y está contento.
El hospital, triste, muy triste. La misma zona, esas puertas que no queríamos nadie volver a traspasar, más problemas que surgieron dentro, mi padre con muchos dolores y que “no puedo conducir” y les llevo y les traigo.
Un no parar.
No puedo decir que esté estresada, estoy cansada. He tenido que poner prioridades y dejar alguna que otra cosa “pendiente”, “pospuesta” o quitarla de la lista, sobre todo de las mías, personales para variar, pero creo que es más importante “estar ahí” cuando crees que tienes que estar o te necesitan, que el hecho de ir al gimansio o irte de compras o en vez de preparar una gran comida, apañarte con lo que haya un par de días.
Mis vacaciones están pendientes de fechas, de trabajo, de los horarios de mi adolescente para dejarle alguna que otra cosa hecha, pero no hay planes, quizá, en agosto, unos días aquí y otros más o menos cerca, en algún pueblo o ciudad de amigos, pero poca cosa. Quizá hacia finales de verano… ya se verá.
Y pensando en hacer algo nuevo, para mí, también a partir de septiembre. Ya veremos si puedo, sale y también es positivo.
A ver si tenemos suerte.