Esta semana ha sido mi cumpleaños.
En la fecilitación que recibí de una persona que cumple esta misma edad un día después que yo, se hacía la siguiente reflexión que comparto:
"Hace unos años cuando alguien cumplía estos años nos parecían muy mayores, los veíamos como abuelos. Por suerte, ahora con estos años nos vemos bien, y tenemos ganas de seguir haciendo cosas bonitas, interesantes y vivir como si tuviéramos menos. No parece que seamos mayores".
Alguna vez he comentado que hay personas a mi alrededor que no saben la edad que tengo y que, ni por asomo, piensan que tengo la que tengo, no los aparento.
Una cosa sí que noto, ha cambiado y es diferente. Es el frío que tengo.
Recuerdo que hace años salía de casa, tan feliz y campante, con un vestido o camisa y un abrigo incluso sin abrochar.
Ahora, casi siempre que salgo, parezco una cebolla y además y lo peor de todo es que se me quitan las ganas de salir a la calle. La sensación de frio, "me mata". Y, a lo mejor no hace tanto como yo creo, pero lo tengo. Mi adolescente favorito dice que tengo un termómetro distinto al resto del mundo.
No sé por qué, pero mi cuerpo ha debido cambiar o han cambiado mis sensaciones respecto al frío.
¿será la edad? ¿será que me estoy haciendo más vaga y perezosa? o ¿qué será?
La madurez es dejar de desear que tu vida sea distinta y comenzar a ver que todo lo que sucede contribuye a tu crecimiento.
En la fecilitación que recibí de una persona que cumple esta misma edad un día después que yo, se hacía la siguiente reflexión que comparto:
"Hace unos años cuando alguien cumplía estos años nos parecían muy mayores, los veíamos como abuelos. Por suerte, ahora con estos años nos vemos bien, y tenemos ganas de seguir haciendo cosas bonitas, interesantes y vivir como si tuviéramos menos. No parece que seamos mayores".
Alguna vez he comentado que hay personas a mi alrededor que no saben la edad que tengo y que, ni por asomo, piensan que tengo la que tengo, no los aparento.
Una cosa sí que noto, ha cambiado y es diferente. Es el frío que tengo.
Recuerdo que hace años salía de casa, tan feliz y campante, con un vestido o camisa y un abrigo incluso sin abrochar.
Ahora, casi siempre que salgo, parezco una cebolla y además y lo peor de todo es que se me quitan las ganas de salir a la calle. La sensación de frio, "me mata". Y, a lo mejor no hace tanto como yo creo, pero lo tengo. Mi adolescente favorito dice que tengo un termómetro distinto al resto del mundo.
No sé por qué, pero mi cuerpo ha debido cambiar o han cambiado mis sensaciones respecto al frío.
¿será la edad? ¿será que me estoy haciendo más vaga y perezosa? o ¿qué será?
La madurez es dejar de desear que tu vida sea distinta y comenzar a ver que todo lo que sucede contribuye a tu crecimiento.