Y durante el verano pasado, buscando, leyendo, María decidió que tenía que hacer algo nuevo y que quizá, además de sentirse mejor personalmente si lo conseguía, también profesionalmente, algún día podrían reconocer su trabajo, esfuerzo y "sabiduría", pasando lo que se llama una oposición, claro, aunque esa, con el tiempo y si es posible, será otra historia.
Y fue y se matriculó en un curso vespertino, de lunes a viernes, que dura lo mismo que un curso académico (si se aprueba todo, claro).
Consecuencias: María sale de casa antes de las 8 (y porque trabaja cerca) y no vuelve a casa hasta aproximadamente las 22 horas porque, casi todos los días, tarda más en aparcar que en volver.
En el curso se "penaliza" la no asistencia a clase y además de tener que estudiar y examinarse, le piden trabajos diarios y periódicos. Vamos que es un lujo poder hacerlo todo, trabajar y ocuparse de la casa y de lo que conlleva.
Han pasado dos meses y ahora tienen pruebas de evaluación y María está que no sabe de donde sacar tiempo para prepararlas, pero María, dentro de su agobio y estrés, está contenta porque le gusta.
Otra cosa será cuando le den las notas, como a los niños, y lleguen las de su adolescente favorito y puedan ver quién aprueba o suspende más.
Por eso María, escribe poco y, aunque lee algo más, no escribe muchos comentarios, no tiene tiempo, pero María está y no tan frecuentemente como antes, pero siempre intenta visitar a los amigos.
El tiempo es oro